El comercio electrónico minorista duplicará su cuota de mercado pero seguirá sin llegar al 20 % del total en los Galicia está rezagada en tasa de compras por Internet

En el año 2021 se estima que dos de cada tres internautas mayores de 14 años habrán comprado al menos una vez al año través de Internet. Es un dato significativo porque revela que, aunque el auge del e-commerce es imparable, todavía estamos lejos de la generalización del intercambio de bienes, productos y servicios a través de medios electrónicos. De hecho, según un informe publicado por EAE Business School, dentro de tres años el comercio electrónico minorista -a pesar de multiplicar por tres sus cifras de facturación y duplicar su cuota de mercado- solamente tendrá un poco más del 15 % de cuota en el mercado global.

Un rápido examen al sector del e-commerce revela que la zona Asia-Pacífico es la más dinámica, con un 12,1 % de penetración, mientras que Europa occidental se queda en un 8,3% (con Reino Unido a la cabeza), en niveles similares a los de América del Norte (8,1 %). Las compañías líderes son Amazon y Alibaba, esta última dueña entre otros de los portales Tmail y Taobao, que tienen en China (recordemos, un mercado de 1.500 millones de personas) cuotas superiores al 15 %. Amazon tiene 304 millones de clientes activos, casi el 20 % del total de compradores digitales, pero Alibaba todavía es más líder en este aspecto, con un 30 % del total de clientes que compran a través de plataformas electrónicas.

Por categorías, a nivel global, los libros, música, películas y videojuegos son los productos estrella para comprar a través de la red; en segundo lugar estarían la electrónica y los ordenadores. Los comestibles y, en menor medida cada vez, los muebles y productos de menaje, siguen siendo territorio de la compra en tiendas físicas.

¿Qué pasa en España? Según el estudio, el volumen de negocio alcanzado en el último trimestre por el comercio electrónico fue de 7.785 millones de euros. El porcentaje de personas entre 16 y 74 años que ha comprado a través de Internet prácticamente se ha duplicado entre los años 2010 y 2017, pasando del 28,6 % al 54,7 %.

Según el origen de la transacción electrónica, la mitad fue generada con destino al exterior (concretamente el 44,9 % del total), mientras que el comercio interior supuso el 38,2 %. Los sectores con mayor actividad en comercio electrónico en España son las agencias de viajes (15,6 %), el transporte aéreo (9,9 %) y las prendas de vestir (5,1 %); la cuarta y la quinta plaza la ocupan las actividades relacionadas con el sector turístico, como hoteles y otros alojamientos, y el transporte terrestre de viajeros, con el 4,7 % y el 4,3 %, respectivamente. En sexto lugar, y con un 4 %, están los espectáculos artísticos, deportivos y recreativos, seguidos inmediatamente por los juegos de azar, con el 3,5 %. Si sumamos la actividad de agencias de viajes, transporte aéreo, hoteles y transporte terrestre de viajeros se alcanza más de la tercera parte.

En este panorama, Galicia aparece un poco rezagada, con una tasa de compra online del 47,1 %, solo por delante de Extremadura y a más de siete puntos porcentuales de la media nacional. Navarra, Madrid, Baleares, Aragón y País Vasco son las comunidades más pujantes en este apartado.

Picaresca 3.0

El auge del e-commerce se debe en gran medida a la aparición de un nuevo consumidor que vive pegado a las nuevas tecnologías. Sin embargo, al mismo tiempo que crece el uso de Internet, también lo hacen las amenazas: códigos corruptos, hackeos, software malicioso o phising, entre otros. Las empresas no solo están preocupadas por los grandes ciberataques, sino también por pequeñas estafas provocadas por sus propios clientes con mucha picaresca. Según datos del Consejo Económico y Social (CES), los e-commerce en España pierden más de 100 millones de euros por fraudes de los consumidores.

Una parte de estas pérdidas vienen provocadas por lo que se conoce como «fraude amistoso» o negación de la entrega. El pícaro 3.0, tras realizar la compra, presenta una queja con excusas como «yo no compré ese producto», «no reconozco ese cargo» o «sí que lo compré, pero jamás me llegó». Acto seguido, efectúa una reclamación a su banco para que le sea devuelto el importe, sin que exista una causa justificable. Si la empresa quiere recuperar el pago tendrá que demostrar con evidencias solidas que la compra fue verídica, pero muchas empresas online prefieren huir de estos procesos y asumir las consecuencias de este fraude.

FUENTE: La Voz de Galicia

Autor: Javier Armesto