• Cómo financiar el arranque de su negocio

Esta fórmula sigue siendo una gran desconocida. A través de ella, una empresa financia el proyecto de I+D de otra y, a cambio, se queda con los créditos fiscales que lleva aparejados.

La inversión en I+D resulta clave para que las empresas crezcan y sean competitivas. En las start up con un fuerte componente tecnológico incluso puede ser vital. Sin embargo, obtener fondos no es tarea fácil. "Existen diversas ayudas públicas para financiar la I+D, basadas prácticamente en créditos blandos y una parte subvencionable, pero la cantidad es insuficiente para el número de pymes que están interesadas", explica Emilio José de Oliva, responsable de I+D en el INTA (Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial). "En cuanto a la financiación privada, se orienta a productos que están muy cerca de mercado, y con una seguridad en la obtención de resultados, que la I+D, en general, no puede asegurar", añade.

Créditos fiscales

Por otro lado, las empresas que invierten en I+D pueden deducir este importe de la cuantía que les toca pagar a Hacienda (lo que se conoce como un crédito fiscal), hasta un determinado porcentaje. El problema es que muchas de ellas ni siquiera generan beneficios, o no los suficientes, por lo que esta ventaja fiscal no es efectiva. Y aunque estos créditos se pueden "guardar" hasta 18 años, muchas start up no sobreviven todo ese tiempo. La Ley de Emprendedores permite monetizar estos créditos (es decir, cambiarlos por dinero en efectivo), pero impone unas condiciones que muchas empresas no pueden asumir: Los plazos son largos, a partir de dos años. Además, exigen reinvertir el dinero en I+D y mantener la plantilla media durante 24 meses.

Sin embargo, existe una alternativa que muchas pymes aún no han explorado y que podría ser la solución a sus problemas: la transferencia de créditos fiscales. Se trata de una figura usada habitualmente en el ámbito del cine y la cultura, que también es extrapolable a la inversión en I+D, aunque pocas empresas son conscientes de ello.

Mediante este procedimiento, la pyme que quiera invertir en I+D llega a un acuerdo con otra compañía para que le financie. A cambio le transfiere los créditos fiscales que lleva aparejados ese proyecto. Habitualmente el importe de los créditos fiscales es superior (en torno a un 20%) a los fondos desembolsados. "Es como si la empresa inversora comprase un bono", explica Eneko Rufino, socio del despacho Innotax.

A la hora de articular este proceso, es necesario crear un vehículo intermedio (una agrupación de interés económico, o AIE). Sin embargo, en los territorios forales, es mucho más sencillo. La transferencia se produce de forma directa, sin tener que crear una AIE que haga de intermediaria.

Se trata de un esquema con una larga tradición en EEUU, donde existen incluso páginas web que ponen en contacto a las empresas. En Europa no está tan desarrollado y los bancos y despachos de abogados suelen actuar como intermediarios.

Ventajas

La ventaja para la pyme es que obtiene fondos con los que complementar la financiación de su futuro proyecto (el esquema no se puede aplicar con créditos fiscales ya obtenidos) y lo hace sin sufrir dilución, ya que el inversor no entra en el capital.

Y para la compañía que invierte implica múltiples ventajas, además de la rentabilidad. "Al final este tipo de esquemas fomenta que dos empresas entren en contacto y se han dado casos de sinergias entre financiado y financiador", señala Rufino. "A los inversores les gusta porque ponen ojos, nariz y boca a su dinero, que de otro modo habría ido a Hacienda. Pueden elegir el proyecto que más les guste e incluso sacar un retorno a nivel de RSC", comenta Amaia Legorburu, CMO de Innotax.

El único riesgo es que la pyme innovadora quiebre, por lo que desde la firma de abogados aconsejan no desembolsar toda la inversión de una vez.

Fuente: Expansión

Autor: Clarisa Sekulits