Vaya por delante: nadie sabe lo que va a pasar. No existen precedentes cercanos de emergencias sanitarias de esta naturaleza y alcance, y por tanto históricamente tampoco se ha testado su impacto en la economía real.Lo que más se le aproxima es la epidemia del síndrome respiratorio agudo grave (SARS, por sus siglas en inglés), que en 2003 también hizo saltar las alarmas sanitarias en medio mundo, pero cuya propagación fue relativamente limitada (se contabilizaron unos 8.000 casos a nivel global, frente a los más de 200.000 actuales del coronavirus). Sin embargo, su repercusión en mercados y empresas fue durísima: se llevó por delante el 1% del PIB de China y el 2,5% de Hong Kong, entre otros.

Con estas expectativas, no quedan muchas dudas de que España, como la mayor parte de las economías occidentales, debe prepararse para una recesión en 2020, con una caída del PIB en términos anuales posiblemente superior al 1,5%. La intensidad de la caída dependerá en buena parte de la duración de la fase aguda de la pandemia: si la campaña turística de verano se desarrolla con una cierta normalidad, y aguantan el consumo y la inversión, las perspectivas mejorarán sensiblemente.
Ante un panorama de recesión como al que nos enfrentamos deberíamos preguntarnos cual será el del impacto de la crisis en las distintas funciones de la gestión de la empresa. ¿Qué áreas van a resultar más afectadas? ¿Cuáles son las medidas que las empresas deben implementar en esas áreas críticas?.

La gestión de la caja será crítica en los próximos meses para asegurar la supervivencia: es necesario asegurar un control estricto del circulante, y dirigir “desde cerca” y día a día, la marcha del negocio y las operaciones comerciales, limitando gastos e inversiones no esenciales. Es necesario adaptar la operativa laboral, asegurando la continuidad de las funciones de negocio “esenciales”, a la par que se garantiza la seguridad sanitaria de los trabajadores.

Desplegar medidas en el ámbito de las operaciones, asegurando la continuidad de la producción y manteniendo el impulso comercial, explorando nuevos canales y alternativas de manera creativa, desarrollar una batería de comunicaciones para los principales stakeholders, y asegurar la formación de “equipos de crisis” dedicados en la alta dirección, complementarán un plan de choque efectivo para asegurar la continuidad del negocio.

Fuente: Extractado de concodias.com

Autor: Bernat Figueras,