Ultimamente nos encontramos muy a menudo con el término "FINTECH" al hablar de tecnología y finanzas. En este artículo de nuestro compañero Juan Carlos Rodríguez Maseda, publicado en el periódico El Progreso nos exclica su significado y su futuro desarrollo en el mundo de las finanzas
FINTECH, descriptivamente, se puede definir como la suma de dos palabras: 'financial' y 'technology'. Una definición para aproximarnos a un concepto y un fenómeno que ha irrumpido en el mundo de los servicios financieros de forma irreversible. Para algunos, enfrentándose a los servicios tradicionales de la banca. Para otros, en intensa y necesaria colaboración con las entidades financieras tradicionales, a las que aporta la frescura y capacidad innovadora que sus pesadas estructuras tradicionales no son capaces de decantar.
En definitiva, para no complicar mucho la cosa, deberíamos hablar de toda aquella tipología de empresas que tiene por objeto la prestación de servicios financieros, utilizando la tecnología . Fundamentalmente, la tecnología que se está desarrollando alrededor de las DLT ('distribuited ledger technology') y blockchain.
Los servicios que son capaces de prestar estas empresas, muchas de ellas vinculadas a la categoría de startups, son innumerables: (I) todo tipo de pagos y transacciones; (ll) financiaciones colectivas e individuales; (Ill) microcréditos a muy bajo coste; (IV) sistemas de seguridad financiera; (V) asesoramiento online; (VI) inversiones y transacciones, con predicciones algorítmicas; (VII) monederos digitales, etc.
Todo es posible en un mundo protagonizado, previsiblemente, por nuestros smartphones que serán el centro receptor de las capas de aplicaciones, capaces de generar en nosotros un' on boarding' sencillo y directo, para dar plena virtualidad a ese objetivo nuclear en la nueva economía: el 'customer experience'.
Todo esto es una muestra más de que el proceso de digitalización es irreversible. Si afecta a una actividad tan tradicional y muy intervenida como el sector financiero, creo que es posible concluir que no habrá sector económico capaz de resistirse, ni normativa capaz de evitar este tsunami tecnológico.
En todo caso, el Estado debe analizar, conocer, y enfrentarse a esta nueva dimensión. Con este objetivo, la Comisión Europea ha publicado recientemente un plan de acción sobre Fintech, marcando así la hoja de ruta hasta mediados de 2019. Se reconoce la existencia de claros beneficios, pero también se identifican riesgos, consagrando la intención de profundizar aún más en la comprensión del mercado y de los desarrollos tecnológicos.
Es que el legislador debe ser muy cauteloso, dada la motorización extrema en la evolución de los desarrollos tecnológicos, para ofrecer todo tipo de servicios y soluciones. Quizás el camino más recomendable sea el desarrollo de iniciativas como los 'sandboxes' regulatorios configurados como escenarios que permiten el desarrollo de innovación, debidamente monitorizados por las autoridades competentes y sin el encorsetamiento regulatorio que limitaría, hasta hacer imposible, cualquier iniciativa verdaderamente disruptiva. El ejemplo del Reino Unido resulta aleccionador, ya que gracias a su 'sandbox', se ha convertido en un 'hub' financiero internacional de la innovación. En España, la CNMV está considerando su implementación, dando cauce a una petición articulada desde hace muchos meses por los principales actores del sector tecnológico. Ojalá se ponga en marcha cuanto antes, para que nuestras autoridades observen y nos den cauces a la capacidad innovadora de nuestras empresas y de nuestros emprendedores.