Los últimos datos publicados por la oficina de estadística europea, Eurostat, no dejan lugar a dudas: España soporta unos costes laborales no salariales –cotizaciones sociales de los empresarios más los costes por incapacidad temporal y desempleo, costes por prestaciones sociales directas e indemnizaciones por despido– tres puntos más elevados que los que aplica la media de los países europeos. En concreto: mientras en la UE las cargas laborales no salariales suponían en 2013 el 23,7 por ciento de los costes totales, en nuestro país representaban el 26,6 por ciento.

La economía española tiene un gran problema de fondo que comenzó con la primera crisis del petróleo, en 1973, en los últimos años de la dictadura franquista y no ha conseguido resolver hasta ahora: la constante pérdida de peso de la industria en el tejido productivo español.

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