La economía española tiene un gran problema de fondo que comenzó con la primera crisis del petróleo, en 1973, en los últimos años de la dictadura franquista y no ha conseguido resolver hasta ahora: la constante pérdida de peso de la industria en el tejido productivo español.

El Gobierno aprobó ayer una segunda ronda de la reforma del mercado de trabajo para intentar dar mayor flexibilidad y sencillez a la contratación, y combatir el desempleo juvenil. Ya en el terreno de la Seguridad Social, el Ejecutivo aprobó la modificación de las mutuas de Accidentes de Trabajo y Enfermedades Profesionales con el fin, entre otros objetivos, de reducir el fraude, o la picaresca, en las bajas por enfermedad y, en consecuencia, el absentismo en las empresas.

Con los líderes europeos en vilo por la escalofriante tasa de paro juvenil que sacude España, la ministra de Empleo, Fátima Báñez, avanzó ayer una de las primeras medidas que se encuadran en la estrategia para impulsar el trabajo entre los más jóvenes y que ahora discuten el Gobierno, la patronal y los sindicatos. Se trata de una cuota a la Seguridad Social superreducida, de 50 euros, para los nuevos emprendedores.