Estamos viviendo una explosión del interés por los métodos ágiles, que se han convertido casi en una moda. Todas las organizaciones quieren ser más ágiles, las consultoras ofrecen asesoramiento experto para la transformación, las certificaciones y cursos se remozan para incorporar la palabra “ágil” y, de repente, en Recursos Humanos aprenden el valor de un scrum master o un product owner por su escasez.
Por definición, las metodologías ágiles son aquellas que permiten adaptar la forma de trabajo a las condiciones del proyecto, consiguiendo flexibilidad e inmediatez en la respuesta para amoldar el proyecto y su desarrollo a las circunstancias específicas del entorno.