Los ciclos económicos existen. Eso no significa que haya que ignorarlos o considerarlos una fatalidad del destino. La razón por la que en el mundo hemos alcanzado un nivel de desarrollo impensable hace décadas, añadido a la mayor y más rápida reducción de la pobreza y mejora de las condiciones de vida de todos, es precisamente porque los agentes económicos se adaptan y el ingenio humano nos lleva a nuevos máximos de bienestar.
La economía no es una fatalidad y los cambios no son nada más que estupendas oportunidades para continuar avanzando.
Sólo el tiempo dirá si estamos o no en el umbral de otra gran recesión mundial. Lo que sí es seguro es que el temor a su llegada crece a medida que avanza el año y los inversores llevan ya semanas buscando refugio de manera desesperada. También las economías más importantes del mundo están tomando posiciones, al margen de confiar en las políticas de alivio que puedan adoptar los bancos centrales.