La desinformación, ahora conocida como noticias falsas o directamente con el anglicismo fake news, ha contaminado el discurso público durante siglos, incluso milenios. En esta era se ha ampliado como un arma de terroristas, hostigadores de la mafia y grupos de presión que intentan desestabilizar en su beneficio los procesos electorales para ampliar así las fisuras sociales, subvertir la democracia y, en algunos casos, impulsar los regímenes autoritarios.
La diferencia entre la propaganda en el Tercer Reich o antes de la Revolución francesa está en que hoy en día existen herramientas potentes con nombres de sobra conocidos: Facebook, Twitter y Google, gigantes bajo presión para tomar medidas. Nos ayudamos de la agencia Bloomberg para hacer un breve repaso.









