Desde hace años se viene escuchando que estamos en una nueva etapa industrial, en la que los cambios económicos y sobre todo tecnológicos, han cambiado los sectores a una velocidad exponencial. Y es que la tecnología juega cada día un papel más fundamental en la economía en general y en la industria en particular, por lo que podemos decir que estamos ante una cuarta revolución industrial, o Industria 4.0.
Para hablar de la cuarta revolución industrial, se debe hablar antes de sus predecesoras, que son tres: la primera revolución a finales del siglo XVIII, marcada por innovaciones como la máquina de vapor y el uso de energía del carbón, la segunda, a comienzos del siglo XX, destacando de ella, entre otros, el uso del plástico y el petróleo, y la tercera a comienzos de los 70, en la que se dan los primeros pasos de la digitalización, siendo las TIC las grandes protagonistas.
Con base en estos antecedentes, se llega a la cuarta revolución industrial. Es un concepto joven, que surge en 2011 en la feria de Hannover en Alemania. Pero, a pesar de la juventud del concepto son muchas las definiciones que se ofrecen para la Industria 4.0. Si bien, los puntos comunes de todas ellas permiten conceptualizarla como el modelo de organización y control de la cadena de valor, que supone como tal una transformación digital y es la combinación de técnicas avanzadas de producción con la implementación de diferentes tecnologías.